Este año marca el 50 aniversario de la Comunidad Orgullo Gay de Puerto Rico, una semilla crucial en los movimientos de liberación LGBT+ que han moldeado la historia de la isla y más allá. Fundada en un contexto de represión y lucha por los derechos, la organización ha sido un faro de resistencia y activismo desde sus inicios.
En la década de 1970, Puerto Rico enfrentaba una intensa discriminación hacia las minorías sexuales y de género, exacerbada por leyes que criminalizaban la homosexualidad. La policía, comandada por Astor Calero, realizaba redadas en bares y lugares frecuentados por personas queer, perpetuando discriminación y violencia. Estos eventos llevaron a movimientos de protesta y activismo que culminaron en la creación de la Comunidad Orgullo Gay en 1972, como un espacio seguro y un centro de organización para la comunidad.
El entonces gobernador Rafael Hernandez Colon firmó un Código Penal que prohibía “la existencia de lugares donde se reúnan personas para concertar citas y practicar la sodomía. También condenaba hasta a 10 años a quien fuera hallado culpable de sodomía. En el hemiciclo de la Cámara, el entonces representante del PNP presentó una definición de sodomía que incluía también el sexo entre mujeres. La sodomía (al igual que el adulterio) eran delitos hasta 2004.
La lucha por los derechos LGBT+ en Puerto Rico no solo fue contra la policía, sino también contra un sistema legal y social profundamente arraigado en el prejuicio. Según el artículo “El Tránsito de la Homosexualidad en la Norma Jurídica: Del Prejuicio al Derecho Humano” de María Dolores Fernós, la homosexualidad era vista como una “desviación” y una “anomalía” durante gran parte del siglo XX. Las leyes penales, como el infame “Crimen Contra Natura” en el Código Penal de 1902, criminalizaban las relaciones homosexuales con penas severas.
La resistencia y el cambio
A pesar de este entorno opresivo, la Comunidad Orgullo Gay y otros activistas continuaron su lucha incansable por la igualdad. Las tácticas represivas de la policía no lograron apagar el fuego de la resistencia; más bien, lo avivaron. A medida que la comunidad LGBT+ se organizaba y ganaba visibilidad, también aumentaba la presión para reformar las leyes discriminatorias.
En 1973, un hito significativo fue la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Asociación Americana de Psiquiatría, un cambio que, aunque no inmediato, comenzó a influir en la percepción pública y legal de la homosexualidad. Sin embargo, la batalla legal continuó por décadas, con la persistente resistencia de sectores conservadores y religiosos que veían estos avances como una amenaza a sus valores tradicionales.
Avances legislativos y desafíos persistentes
El trabajo de activistas como Ana Irma Rivera Lassén fue crucial para impulsar cambios legislativos en Puerto Rico. Rivera Lassén ha abogado por enmiendas que promuevan la igualdad y protejan a la comunidad LGBT+ de la discriminación. Sin embargo, la lucha ha sido ardua y llena de obstáculos. Los sectores religiosos han jugado un papel significativo en la oposición a estos cambios, utilizando su influencia para retrasar y bloquear avances legislativos, como la Carta de Derechos LGBT que propusieron RiveraLasseen y Rafael Bernabe, quien fue rechazada por la mayoria conservadora de la Asamblea Legislativa.
A pesar de estos desafíos, la determinación de la comunidad LGBT+ ha llevado a victorias importantes. En 2004, por ejemplo, se eliminó finalmente el artículo 103 del Código Penal que criminalizaba las relaciones homosexuales, alineando la legislación de Puerto Rico con el fallo de la Corte Suprema de EE.UU. en Lawrence v. Texas, que invalidó las leyes de sodomía en todo el país.
El 50 aniversario de la Comunidad Orgullo Gay es un momento para celebrar los logros alcanzados y reflexionar sobre el camino recorrido. La lucha por la igualdad y los derechos humanos continúa, y la historia de la Comunidad Orgullo Gay nos recuerda la importancia de la resistencia, la organización y la solidaridad en la búsqueda de justicia. La comunidad LGBT+ de Puerto Rico ha demostrado una y otra vez su resiliencia y su capacidad para enfrentar la adversidad con valentía y determinación. Hoy, mientras miramos hacia el futuro, renovamos nuestro compromiso de continuar esta lucha hasta que todos, sin importar su orientación sexual o identidad de género, puedan vivir libres de discriminación y plenamente aceptados en nuestra sociedad.