Estereotipar es un acto de censura

Por: Miguel Máximo, estudiante y activista de Portugal.

Desde que tengo uso de razón, he tenido contacto con estereotipos de género. Las típicas frases de “azul es para los nenes y el rosa para las nenas”, “los nenes juegan con carritos y las nenas con muñecas”, “los hombres no lloran”. Estos son apenas tres meros ejemplos y podría pasar todo este artículo enumerando otros tantos que he escuchado desde que tengo memoria, pero esto no se trata únicamente de mi experiencia personal.

Convenciones sociales y de género, como referí anteriormente, siempre han existido y han sido desconstruidas y puestas en desuso, pero esta costumbre de rotular y encasillar todo continúa afectando principalmente a infantes y adolescentes.

Muchas personas tardan en percibir la discrepancia entre el significado de sexualidad y expresión de género; ese grupo de personas necesita entender que la forma en que una persona ama a las otras personas no tiene que ver con cómo esa persona actúa, cómo habla, cómo se viste, qué accesorios utiliza, si se maquilla o no, y el cómo asociar estos dos conceptos forman estereotipos de género.

Estos estereotipos dan a entender mayoritariamente a los jóvenes, que estos tienden a encuadrarse según los patrones que la sociedad intenta infligir, o sea, separan lo que es conceptualmente “normal” para una mujer y para un hombre, sin querer dar espacio para que haya una combinación de ambos o una “inversión de roles”.

Ya sea padre, madre, encargada, una maestra, o quien quiera que sea, el impedir a un niño, niña o adolescente de experimentar algo que no es “normal” para su sexo biológicamente adquirido al nacer es limitar su libertad de expresión; no es la forma correcta de educar, es la forma de cerrarle las puertas a la inocencia de un niño que quiere usar falda o maquillarse o de una niña que quiere jugar futbol y andar con sus amigos varones.
A pesar de todo lo que la sociedad prejuiciosa y conceptualista ha hecho y continúa haciendo, siempre ha habido personas que desafían el binario y que rechazan los patrones de género, pero la obsesión constante de ciertas personas por dos conceptos que están tan lejos uno del otro, me hace cuestionarme la evolución que tuvimos.

La expresión de género no puede ser interpretada como una característica específica de la sexualidad de alguien. Estereotipar es un acto de censura. No genera evolución, genera más prejuicios, más odio, menos libertad y menos felicidad en la vida de las personas.

Continuar esperando una sociedad “perfecta” y llena de encasillados que la gente siente la necesidad de integrar, no nos va a llevar a buen puerto; no va a ayudar a la niñez del mañana a sentirse seguras de ser quienes quieren ser y a expresarse de la manera que quieren, lo único que lograrán es cortarles las alas. No solo a ellos, sino también a nosotros.

Este artículo fue publicado originalmente aquí.