Ser LGBT+ en Afganistán: “No puedo revelar quien soy a familiares y amigos”

Antes de la revuelta talibana en Afganistán, la vida de Abdul, un hombre gay cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad, ya era peligrosa. Bastaría que hablase sobre su identidad con la persona equivocada y Abdul podria ir preso y llevado al tribunal debido a su orientación sexual, según las leyes afganas.

Desde que los talibanes asumieran el control de las principales ciudades de Afganistán en la semana pasada, Abdul explicó para la BBC que si su orientación fuese revelada a hora estaría muerto en el acto. 

Los talibanes son un grupo militar que asumió el control del pais de Abdul y son conocidos por imponer ideologías islámicas extremas. Bajo su interpretación de la Ley de Sharia, la homosexualidad está estrictamente prohibida y es castigable con la muerte. 

La última vez que estuvieron en el poder en Afganistán, entre finales de los 1990 y 2001, Abdul, hoy con 21 años, aún no había nacido. “Oí a mi familia y ancestros hablar de los talibanes”, dijo, “vimos algunos filmes, pero ahora es como si estuviésemos dentro de ese film”. 

Esta semana, Abdul debería estar realizando sus exámenes finales de la universidad, ir a almorzar con amigos y visitar a su novio, quien conoció hace 3 años. En lugar de eso, está sentado en su casa por cuarto día consecutivo. Hay soldados talibanes actualmente fuera de su puerta. 

“Aún cuando los veo a través de las ventanas, siento mucho miedo. Mi cuerpo tiembla al verlos. Los civiles están siendo asesinados. Creo que nunca diré algo delante de ellos”. 

No son apenas los nuevos líderes de Afganistán los que no pueden descubrir sobre la orientación sexial de Abdul. “Como persona gay en Afganistán, no puedo revelar quien soy, ni a mi familia o a mis amigos. Si se lo contase a mi familia, tal vez ellos mismos me agrederían o hasta me matarían.” 

El ofender a la familia es, irónicamente, una de las razones por las cuales los talibanes no nombran sus víctimas LGBT+, por respeto a las familias que verían su nombre asociado públicamente a homosexuales.

Aunque tuviera que esconder quién es, Abdul aprovechaba su vida en el vibrante centro de Kabul. “Estaba progresando en mis estudios, había vida en la ciudad, había multitudes en la ciudad”.

En el espacio de una semana, Abdul sintió como su vida desapareció delante de él. 

“No hay futuro para nosotros”, confesó. “Creo que nunca continuaré con mi educación. Perdí contacto con mis amigos y no sé si están bien. Mi compañero está preso en una ciudad diferente con su familia y ni yo puedo ir a donde él, ni él a donde mí.” 

Su padre, quien trabajaba para el gobierno, se escondió por miedo de los Talibanes. La mayoría de las mujeres que Abdul conoce no saldrán de casa por el miedo. Algunas asumen ese riesgo pero solo cuando están acompañadas de un hombre. La semana pasada, la salud mental de Abdul se deterioró, confesando tener ideas suicidas “yo no quiero vivir ese tipo de vida”. 

“Quiero un futuro en que pueda vivir libremente”

Abdul no tiene esperanzas sobre las promesas de los talibanes de gobernar de forma diferente y darle a las mujeres más oportunidades. “Aunque los talibanes acepten una mujer en el gobierno, o en la escuela, nunca aceptaran personas LGBT+. Nos van a matar”. 

Abdul dice que está esperando encontrar una manera de salir del país. Hay instituciones de caridad y activistas que intentan ayudar a la población afgana. En el Reino Unido planea retirar 20,000 migrantes del país pero Abdul dice que nadie sabe cómo inscribirse. Stonewall, la organización sin fines de lucro pro-LGBT+ le pidió al gobierno británico que comience a “ayudar a las personas LGBT+ refugiadas a sobrevivir, establecerse y prosperar en el país”.

“Tengo el derecho de vivir libre y con seguridad”, termina Abdul; “tengo 21 años. Toda mi vida la he pasado en guerra, con explosiones de bombas, perdiendo amigos, perdiendo familiares. Recen por nuestras vidas”